Fuente: INFORME PLANETA VIVO 2020
La nueva entrega del estudio científico "Informe Planeta Vivo 2020" concluye con un terrible dato: entre 1970 y 2016 las poblaciones de especies de vertebrados en el mundo han disminuido una media del 68%
Este elevadísimo porcentaje de pérdida de biodiversidad en el Planeta lo deja claro: nuestra relación con la naturaleza está rota y supone una caída de un 8% más que en la edición anterior IPV 2018.
¿QUÉ ES ESTE INORME Y EL INDICE PLANETA VIVO?
El informe Planeta Vivo es la publicación insignia de WWF, que se actualiza cada dos años. Se trata de un completo estudio de las tendencias de la biodiversidad mundial y la salud del planeta.
El informe Planeta Vivo 2020 es la decimotercera edición y proporciona la evidencia científica para respaldar lo que la naturaleza ha estado demostrando repetidamente: la actividad humana insostenible está empujando los sistemas naturales del planeta que sustentan la vida en la Tierra al límite.
A través de múltiples indicadores, incluido el Índice Planeta Vivo (IPV), proporcionado por la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), se muestra una caída promedio del 68% en casi 21 000 poblaciones salvajes ((de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios) monitorizadas con la tecnología más avanzada de todo el mundo, entre 1970 y 2016.
El informe insta a los líderes mundiales a unirse para construir un mundo post Covid-19 más sostenible, resiliente y saludable para las personas y la naturaleza.
Los impactos de esta pérdida sobre nuestro bienestar son cada vez mayores. Y los catastróficos impactos para las personas y el planeta están más cerca que nunca. El tiempo se acaba. Tenemos que actuar ahora para recuperar la naturaleza. Todavía estamos a tiempo de revertir esta tendencia.
Nuestra salud, depende de la de naturaleza
La salud de la humanidad depende en gran medida de una naturaleza sana. Desde aire fresco, agua potable y alimentos hasta energía, medicinas y materiales, la naturaleza es vital para nuestra supervivencia y bienestar.
Los impactos sociales y económicos de la Covid-19 son devastadores y debemos darnos cuenta de cómo la relación de la humanidad con la naturaleza contribuye al surgimiento de estas enfermedades, para evitar que vuelva a suceder.
Nuevas enfermedades zoonóticas, que pasan de los animales a los humanos, han surgido cada vez más en las últimas décadas. Estos incluyen el ébola, el SARS y, más recientemente, la Covid-19. Este aumento no deseado ha sido impulsado por la destrucción de bosques y otros hábitats naturales para destinarlos a la agricultura y desplazando a los animales salvajes de su hogar para comerciar o cultivar de manera intensiva, lo que produce mayores contactos entre la vida silvestre y personas.
El sistema productivo de alimentas está detrás de gran parte de esta pérdida de biodiversidad
El 75% de la superficie terrestre libre de hielo ha sido modificada por el hombre y los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países, Rusia, Canadá, Brasil y Australia.
SEIS IDEAS DESTACADAS DEL ESTUDIO
El Índice Planeta Vivo (IPV) indica que las poblaciones mundiales de especies de vertebrados han disminuido una media del 68% desde los años setenta, y supone una caída de un 8% más que en la edición anterior IPV 2018..
Las principales causas son la agricultura insostenible, la deforestación y el tráfico ilegal de especies.
La pérdida de biodiversidad en ecosistemas de agua dulce es mucho mayor: el IPV ha disminuido un promedio del 84%.
En Latinoamérica y Caribe la situación es especialmente alarmante, ya que se ha producido un descenso medio del 94% de las poblaciones analizadas.
El informe también destaca el dramático descenso de las poblaciones de plantas, con un riesgo de extinción comparable al de los mamíferos y más alto que el de las aves, junto al súbito y reciente descenso de las poblaciones de insectos, su distribución y biomasa.
Las soluciones pasan por cambiar los patrones de producción y consumo de alimentos, detener el cambio de uso del suelo o tomar decisiones políticas y económicas respetando los límites del Planeta. Hay que modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, ya que buena parte de ellas son insostenibles, en unas que produzcan los alimentos que requerimos y conserven la biodiversidad. Para el caso de la agricultura, esto supone aplicar prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y plaguicidas, así como proteger los suelos y los polinizadores.