Hace años, ya se habían descubierto microplásticos en la sal marina. Pero lo que no estaba claro era hasta qué punto estaban extendidos en el condimento empleado más habitualmente. Ahora, en un artículo publicado en Octubre del 2018 se revela que una investigación demuestra que los microplásticos se encuentran presentes en el 90 por ciento de las marcas de sal de mesa analizadas a nivel mundial.
De 39 marcas analizadas, 36 contenían microplásticos, según concluyó el equipo de investigadores de Corea del Sur y Greenpeace East Asia. Esta nueva iniciativa, que ha empleado estudios anteriores sobre la sal, es la primera de tal escala que analiza la expansión geográfica de los microplásticos en la sal de mesa y su correlación con el lugar donde se encuentra la contaminación por plástico en el medio ambiente.
«Los hallazgos sugieren que la ingestión humana de microplásticos a través de productos marinos está muy vinculada a las emisiones en cualquier región dada», afirmó Seung-Kyu Kim, profesor de ciencias del mar en la Universidad Nacional de Incheon, en Corea del Sur.
El nuevo estudio estima que el adulto medio consume aproximadamente 2.000 microplásticos al año a través de la sal. Lo que eso significa para nosotros sigue siendo un misterio.
Un estudio independiente de la Universidad de York, Gran Bretaña, que tenía el objetivo de evaluar el peligro de los microplásticos para el medio ambiente y se publicó el miércoles, concluyó que no se sabe suficiente como para determinar si los microplásticos son perjudiciales. La revisión de 320 estudios existentes descubrió «grandes vacíos de información» en la comprensión científica del efecto de los microplásticos. Los estudios examinaron diferentes tipos de microplásticos, entre ellos microesferas, fragmentos y fibras, lo que ha provocado un «desajuste» de datos que establece comparaciones similares a comparar «manzanas con peras», según afirmó en un comunicado Alistair Boxall, profesor de geografía de la Universidad de York y coautor del estudio.
Ese nuevo estudio, financiado por el Personal Care Products Council, una organización comercial industrial, se publicó en la revista Environmental Toxicology and Chemistry.